La ubicación de la bodega Cinco Jotas, entre encinas y alcornoques, no es fruto del azar, sino de la aspiración a alcanzar la perfección. Situada a 660 metros de altura en plena Sierra de Aracena y en la localidad de Jabugo (Huelva), los inviernos fríos y húmedos y los veranos secos y cálidos de la zona aportan al proceso de maduración de los jamones Cinco Jotas en nuestra bodega las señas de identidad que los hacen únicos.

Mejor jamón ibérico en bodega Cinco 5J

Además de una climatología idónea para la curación y maduración de los jamones Cinco Jotas hay dos elementos más que influyen de una manera extraordinaria en la excelencia del producto final: la arquitectura de nuestra bodega en Jabugo y el saber hacer de los maestros artesanos de Cinco Jotas.

Las bodegas centenarias de Cinco Jotas contienen una microflora propia formada a lo largo de los años que imprime el aroma y el sabor únicos y reconocibles de un Cinco Jotas. El sistema de ventilación es totalmente natural, abrimos y cerramos las ventanas para controlar la temperatura del interior y producir una circulación y corriente de aire completamente natural.

El proceso de curación. Clave en la calidad de los jamones ibéricos de bellota

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Entre los muros de la bodega transcurre el tiempo con una cadencia muy particular. Aquí cada segundo, cada minuto cuentan y cumplen un papel clave en el reto de conseguir la excelencia final. Es un largo y lento proceso que dura cinco años y que solo acaba cuando los maestros de Cinco Jotas consideran que cada pieza está en perfectas condiciones para ser comercializada.

Este control exhaustivo y este tratamiento individualizado de nuestros jamones ibéricos de bellota se mantiene en todas las fases del proceso de elaboración y está en manos de distintos maestros.

El maestro perfilador es el encargado de “esculpir” la pieza, de confeccionar un traje a medida, de alta costura, para cada jamón. A continuación interviene el maestro responsable de la salazón, que calcula la cantidad exacta de sal y la reparte de manera homogénea por la pieza. El encargado de los secaderos vigila la temperatura y humedad, activando y desactivando ese sistema de ventilación absolutamente natural que mencionábamos al principio de este texto. Y, por último, el maestro jamonero supervisa el proceso de curación y determina, al tacto y utilizando su inmensa capacidad olfativa, cuándo la pieza alcanza el punto óptimo: la excelencia.

En Cinco Jotas tratamos cada pieza como lo que son, auténticas obras maestras, únicas, irrepetibles e irremplazables. Son el máximo referente de calidad.

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